Vuelve el contador a cero. Acabo de volver de urgencias. Cuatro veces van ya. Triste récord que no me habría gustado batir.
Y es que mi supuesto fibroadenoma ha aumentado de tamaño. En urgencias no pueden hacer nada más por él y estoy a la espera de la cita para la ecografía "urgente" que aún no me han dado. Así que me han dado el "más urgente todavía" para que vaya a meter presión para que me den YA la cita.
Me dicen que supuestamente es un fibroadenoma pero no me tranquiliza hasta que no le echen la foto y con ella en la mano me lo aseguren. Si es un fibroadenoma ya estoy sentenciada a un pinchazo para su extracción.
En un momento he pillado un buen estado de nervios.
No sé si conseguiré tranquilizarme en la situación en la que estoy.
Y es curioso que en ese estado de nervios, en la sala de urgencias, lo único que pensaba era en todas las cosas que no había hecho en algún momento, todo lo que no había dicho en algún momento. Todo se volvió relativo frente al miedo a lo desconocido. Ya no había prejuicios ni normas sociales. Ya no había orgullo ni estrictas normas que cumplir a la hora de actuar. Desapareció la cabeza con su "saber estar" y el corazón reclamó su sitio para mostrar que lo importante es el hoy, el presente, lo que se hace ahora, lo que se siente ahora, lo que se dice ahora. El "ahora" es lo importante porque no sé si mañana estaré de nuevo sentada en una sala de urgencias.
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