Ayer estuvimos en un karaoke. Nunca había estado en ninguno. Me lo pasé genial.
Los karaokes son sitios muy curiosos: Un mini-escenario, micrófonos, mesas, gente eligiendo canciones, camareros que recogen las peticiones, gente que sube a cantar...
Siempre está la persona del grupo que dice: "Ay, yo no. Yo no canto que me da corte" y suele ser el que al final de la noche no se baja del escenario ni a empujones.
También está el que va al karaoke con toda su timidez a cantar aquella canción que canta en su cuarto a solas. Cuando sube al escenario, agarra el micro con las dos manos, comienza a sudar, no levanta la vista de la pantalla que está a sus pies mostrando la letra, no afina, tiembla, casi ni se le oye al cantar, pero ahí está, sobre un escenario, intentando comerse el mundo. Cuando baja del escenario tropieza con los escalones y encuentra su mesa nadie sabe cómo porque no ha levantado la vista de sus zapatos.
Está el enamorado del karaoke, el que está deseando que llegue el momento de subir al escenario y derrochar arte. Abre el cuadernillo de las canciones y dice: "Esta, esta misma". Sube y sólo se sabe el estribillo pero qué mas da. Mientras se marca un baile, se echa unas risas con sus amigos que le están viendo, aprovecha para saludar a los de la mesa de enfrente, va leyendo las frases intentando acoplarlas a la melodía y al final alcanza su momento gloriosos: el estribillo, el archiconocido estribillo que todo el mundo se sabe y consigue poner a la gente en pie tan sólo sabiéndose el estribillo.
Luego está el que canta bien. El que se atreve con las "canciones difíciles". Aquel cuya vocación frustrada era la de cantante y aprovecha el karaoke para sentirse el rey del mambo por un día.
Está el que se apunta a todas. Pepito ha elegido cantar una canción pero le da corte subir solo a cantar. "Yo subo contigo". Fulanito tiene ilusión por cantar otra canción pero necesita coros "Puedes hacerlos tú?" "Sí, cuando termine de cantar con Pepito, subo a hacerte los coros, Fulanito". Y al final acaba cantando a dúo con el que llegó diciendo que no quería subir a cantar, que le daba corte, y no hay forma de que se bajen del escenario.
Además está el que simplemente canta mal. Pero no importa. Fuera complejos. Qué tiene agudos la canción? Pues se cantan. Que tiene graves la canción? Pues se cantan. Como salgan. Unas veces grita, otras suelta un gallo, otras pasa de la letra porque se está tronchando, otras hasta sigue la letra y parece que empieza bien... hasta que se le vuelve a ir.
Y el público. El sufrido público. El que espera pacientemente subir al escenario para demostrar que lo hace mejor que el que subió antes.
Qué bien me lo pasé.
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