Ya está aquí la navidad! Bueno... la navidad está aquí desde hace ya unas semanas. Los centros comerciales se han encargado de adelantarla para que dé tiempo a alcanzar unas sumas de beneficios considerables.
En mi casa hoy empieza a ser navidad. Mi hermana está plantando el belén en el salón. Ya se oyen las cancioncillas navideñas que acompañan al encendido de las luces intermitentes de colores. El árbol navideño ya se abre paso en el rincón del salón y pronto los adornos multicolores lo invadirán.
La vecina de enfrente también ha colocado un "Feliz Navidad" en letras rojas en la puerta para recordar a los vecinos que ya estamos en esas fechas.
Fuera, en la calle, ya lucen las bombillas que forman la silueta de campanillas. Llevaban días colgadas pero hace poco que las han encendido.
Todo muy colorido, todo muy musical, todo muy... empalagoso.
Lástima que el ser humano no inverne durante un mes. Yo elegiría el mes de diciembre para invernar. Me metería en el sobre y dormiría hasta que pasara la navidad. Despertaría sin empachos de estómago por haberme metido entre pecho y espalda cantidades industriales de comida. Porque en navidad una de las cosas que más se hace es comer.
Se come como si nunca se hubiese comido, como si hubiera que comer como desesperados antes de que acabe el año, como si tuviésemos que dejar el planeta seco de recursos antes de que empiece el nuevo año. Y por si fuera poco nos zampamos doce uvas deprisa y corriendo para incentivar el cultivo de la vid.
Y bebemos; bebemos como desesperados. Nos pillamos la moña monumental de fin de año porque qué mejor manera que empezar el año agarrados a una farola botella en mano.
Qué pena no poder invernar durante un mes. Despertaría con el bolsillo repleto de dinero. Ni más ni menos que el dinero con el que me dormí.
Y es que me habría evitado las cenas navideñas: familiares, de empresa, de vecinos, de amigos, ... Porque nadie se acuerda de las cenas más que en navidad. Por eso, porque hay que comer, comer, comer con gente, comer con toda la gente que conoces y hasta con los que no conoces. Comer, comer.
Despertaría con el dinero que no tuve que gastar en lotería de navidad, despertaría con el dinero que no tuve que gastar en regalos comprados en esos centros comerciales incentivadores de la navidad como época consumista.
Despertaría sin chichones ni moratones por haberme pegado con alguien por ese regalo de navidad de última hora en aquella tienda, o por un hueco para ver a los Reyes Magos pasar por la Puerta del Sol, o por un sitio en el atiborrado autobús de vuelta de la Plaza Mayor de ver los puestos de pelucas navideñas, o por un hueco para ver el belén que han instalado en tal calle que es igual que el de mi casa pero en "bonito", o por un hueco para pasear por las calles antes desiertas de Madrid y que se atiborran de gente que crece como las setas en el asfalto durante la navidad. Sí, uno de los bienes que empiezan a escasear en navidad es el sitio para el propio cuerpo en el centro de Madrid. ¿De dónde sale tanta gente en navidad? ¿Están de atrezo? ¿Dónde están el resto del año? En el autobús de mi barrio, en navidad, coincidimos siempre los mismos, pero aseguro que no los vuelvo a ver el resto del año. ¿Los pone el ayuntamiento? Para colmo como no hacemos más que comer todos ocupamos el doble y tanta gente en el centro, todos comidos, hacen que el sitio libre sea menor aún.
Dormir, dormir. Quiero dormir durante un mes completo y despertar en el mismo mundo de siempre, no en el empalagoso de navidad que nos muestran en la tele porque tan sólo es empalagoso en las pelis de la tele. Sales a la calle y, entre todo lo que hemos comido y el poco sitio que dejamos libre, la gente está de una mala leche... Pero luego pones la tele y ves "Sólo en casa", "¡Qué bello es vivir!", "Cuentos de navidad", y la vida te parece ... empalagosa.
Navidad. Ya estás aquí. Menos mal que traes vacaciones, al menos esos días me echaré la siesta que no es como invernar pero algo es algo.
3 comentarios:
Ya, y por eso has puesto la cancioncita que has puesto en el blog, ¿verdad?
A mí me gusta la Navidad. Debe de ser que estoy tarado.
Quizás me esté volviendo muy comercial... ;P
Odio las navidades. Estas navidades. Odio por no deprimirme, por no entristecerme, por no sentirme solo ante tanta impostura de felicidad. Odio la navidad de embalaje, etiqueta, consumo y empacho. Odio el Papa Noel de Cola Cola-Harold Sundblom, odio la tradición nórdica, odio los pesebres regionalizados alla tópica, odio las galas de Raphael, odio los arbolitos plastificados, odio los adornos, odio los villancicos machacones, odio el ser humano que se imbeciliza por unos días. Más todavía, pero de manera previsible y nada creativa.
¿Se nota que no me gusta la parafernalia de las navidades?
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